Periodismo y diversidad
El Orgullo se muere, la Cultura está viva.
De los derechos de las mujeres dependen los derechos de toda la humanidad.
Aplaudimos tanto las películas gais porque tenemos muy pocas películas que poder aplaudir como «nuestras».
«No todo el mundo puede acceder en las mismas condiciones a la máxima dignidad del recuerdo».
Estos festejos me parecen bastante innecesarios por lo que tienen de subvención pública de unas creencias tan desfasadas como las cristianas; pero en lo que toca a las tradiciones populares soy comprensivo y entiendo que hay que saber disfrutarlas y adecuarlas a los tiempos que corren.
Después de tanto tiempo dedicándose «nuestro» movimiento LGTB a la visibilidad, considero que resulta ya apropiado formular una pregunta de calado que necesita de una reflexión tranquila: ¿y si la salida del armario resulta ser también una herramienta de opresión?
Animemos a los partidos (incluso a los que carecen de honor y respeto a la palabra dada y son capaces de cualquier cosa con tal de sacarse una foto afortunada en el Orgullo) a convocar a todas las asociaciones para mejorar el texto hasta que se convierta en la Ley para la erradicación de la homofobia, bifobia y transfobia.
Ni Gallardón ni Carmena han terminado de entender para qué sirve el Orgullo, o lo entienden del mismo modo.
Hoy saldremos miles de personas a manifestarnos en nuestro Orgullo. Será una convocatoria bastante festiva, porque esa es nuestra forma más propia de manifestarnos.
Llevo alrededor de una semana tarareando una canción de Marujita Díaz. Esa que dice «banderita, tú eres roja, banderita, tú eres gualda». Me preocupa que el World Pride se nos haya ido de las manos.
Hay Orgullos mosqueteros y hay Orgullos moqueteros: desde el que grita "una para todas y todas para una" hasta el que mira bien la calidad del insitucional suelo donde descansan sus reivindicativos pies. No sobran Orgullos. Lo que sobra es la homofobia.
Madrid ya huele a Orgullo. Tras un año de espera o amenaza ha llegado a nuestras calles el que se supone que será el Orgullo de la panacea.
Se piensa que nuestro World Pride puede convertirse en un reclamo importante para el fanatismo islámico...
La futura Ley LGTB que pretende sacar adelante la FELGTB se enfrenta a un momento crucial con voces críticas que ponen en riesgo el reconocimiento de los derechos de las personas no heterosexuales y vulnerando todo el discurso que garantice la protección de las minorías.
Tras una presentación de mi libro que, como suele suceder, se convirtió en una entretenida charla sobre activismo LGTB, me sorprendió una de las mayores fiestas para público gay que he podido observar.
Me pregunto si la homofobia, como la procesión, se lleva por dentro.
La semana del 8 de marzo debería servirnos a quienes no somos los sujetos fundamentales del Feminismo para intentar averiguar, en tanto que apoyamos la lucha de las mujeres desde una segunda fila, cómo el Feminismo puede cambiarnos la vida también a nosotros.
Ante la polémica denominación 'Comunidad de Madrid LGTBI friendly'» que el Grupo Socialista quiso enmendar, sin éxito, corrigiendo ese tolerante por un actualizado respetuosa. ¿Qué debemos hacer? ¿Reclamamos respeto o tolerancia hacia las orientaciones sexuales e identidades de género no normativas?
Parece que en nuestra identidad de varones atraídos sexualmente por otros varones no queda espacio para una afectividad saludable
¿Para cuándo un gran mea culpa que reconozca los errores propios y no trate de ubicar en el otro malvado toda responsabilidad por la homofobia, transfobia y bifobia?
Es necesario saber quiénes somos. Es necesario poder acogernos a una o varias palabras como clavo ardiendo sobre el que poder interpretar la vivencia de nuestra sexualidad.
Ponte unas gafas rosas: gradúate la vista para erradicar la homofobia.
Para nosotros y nosotras, lesbianas, gais, bisexuales, transexuales y tantas otras identidades posibles este que da comienzo será un año especial.
Durante los próximos días coinciden diferentes conmemoraciones religiosas y por algún extraño motivo solemos lanzarnos a celebrarlas, incluso cuando no creemos en ellas.
Señoras y señores: la 'heterofobia' no existe. No hay que explicar mucho más. En ningún lugar del planeta te matan por ser heterosexual.
Para las mujeres Pablo Iglesias parece defender que son los rasgos esenciales a su forma de existir los relativos al cuidado, y así «feminizar la política» consistiría en llevar a la política, entre otras, esas tareas de cuidado. Si queremos homosexualizar la política debemos buscar las características esenciales de nuestra Diversidad Sexual y de Género, pues serán esas las que podremos aportar.
Diferentes son las personas heterosexuales, precisamente porque tienden a ser todas iguales.
Trump será el próximo Presidente de los Estados Unidos. Cristina Ortiz, La Veneno, ha sido asesinada. Y el Grupo Municipal de Ciudadanos en el madrileño distrito de Retiro ha intentado erradicar el cruising. Son tres noticias que parecen no tener ningún vínculo en común pero demuestran que algo está cambiando...
Mientras pensamos en quiénes somos dejamos de pensar en cuáles son los principales obstáculos que nos impiden ser.
En nuestra infancia aprendimos a tener miedo de los monstruos que se escondían en el armario, y cuando crecimos aprendimos a vivir encerrados en armarios, creyéndonos monstruos, con miedo a salir a la luz, a dejarnos ver, por lo que pudiera llegar a sucedernos.
Debemos conocer bien el mal al que nos enfrentamos, y necesitamos categorías de análisis que nos faciliten la tarea de erradicar esta discriminación.
Esta ultraderecha cristiana, que ha adecuado su mensaje a un nuevo contexto y ha actualizado su homofobia para que resulte más sutil, escondiéndola tras un mensaje de supuesta libertad, está haciendo posible algo en lo que considero que no se han parado a pensar.
Koji no cree que lo suyo sea homofobia porque no considera que las personas no heterosexuales seamos, además, humanas.
Para un pequeño pero peligroso grupo de personas nuestros impecables razonamientos han acabado siendo ignorados o, peor aún, reforzando la intolerancia en la que ya estaban siendo instruidos.
Si las personas heterosexuales tienen o disfrutan de algo que a ti te falta por no ser heterosexual es ahí donde está la homofobia.
Nadie parece querer hacerse cargo de las motivaciones que llevan a un hombre a apretar el gatillo, de erradicar el impulso violento que mandata la intolerancia.
Me preocupa la vara de medir de nuestro activismo en defensa de los derechos de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, porque parece que se nos ha roto el metro.
En poco más de un mes nuestra querida España ha visto a un árbitro de fútbol, a un patinador, a un waterpolista olímpicoy a un Míster España decir públicamente que son gais. Toda visibilidad es buena, pero ¿qué ocurre cuando alguien sale del armario?
Estos días, después de los dos incidentes homófobos del pasado fin de semana, el beso de dos jóvenes frente a una manifestación de ultraderecha y el chico al que le rompió la nariz un hombre al que había llamado guapo, han sido habituales los razonamientos que exculpan a los agresores y trasladan la responsabilidad de la homofobia a las víctimas que la padecen.
El pasado martes celebramos el 17 de mayo, Día Internacional por la erradicación de la homofobia, transfobia y bifobia. Como tantas otras personas he pasado la semana hablando sobre homofobia -y transfobia y bifobia-, porque creo firmemente en que sólo hablando sobre ella conseguiremos hacerla desaparecer.
Para que un movimiento social avance es importante conseguir y defender espacios.
No merece la pena dedicar tiempo a los "análisis" desinformados: junto a las piezas breves que, como antaño, representan los actores de segunda, hay una gran obra aun pendiente que debe ser representada.
En sólo cuatro meses se han registrado en la Comunidad de Madrid más agresiones a lesbianas, gais, bisexuales y transexuales que en todo 2015.
Hacen falta más libros. Más libros para lesbianas, gais, bisexuales y transexuales. Y aunque la cultura sea habitualmente lo último que se menciona en cualquier colectivo -si es que llega a mencionarse alguna vez-, yo creo que reivindicarla debe ser fundamental.
Es un programa cutre, machista, que promociona la ignorancia.
No es sólo parte de una campaña política de lavado de imagen; es también un extraño grito de socorro que convoca a nuestro activismo para trabajar con más ahínco.
Yo, como cualquiera, tengo que trabajar y esta podría haber sido una oportunidad laboral interesante... pero sucede que soy gay y que el centro en cuestión era religioso. ¿Sería posible que me llegaran a contratar?
Interpretar humorísticamente como sexual un vínculo no sexual entre dos hombres presuntamente heterosexuales es una forma de homofobia.
Me acerco con sigilo a este tema que se ha colado innecesariamente en el discurso activista en defensa de los derechos de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, siguiendo el consejo de Heinrich Hössli, el primer activista del que tenemos noticia: "habla o sé juzgado". Creo pertinente volver a hablar sobre este asunto, porque no quiero que mi silencio se interprete como un apoyo a una demanda que no comparto: no necesitamos la gestación subrogada.
Las personas que mantenemos relaciones con otras de nuestro mismo sexo asumimos como propia una tradición cultural marcada por la heterosexualidad.
Celebramos el Carnaval y esta semana, gracias a la conversación entre Arévalo y Bertín Osborne en el programa de este último en Televisión Española, quiero detenerme a reflexionar sobre el humor, y cómo en algunos momentos ofende, estigmatiza y contribuye a la perpetuación de la discriminación hacia las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales.
La prostitución es un sistema social para la quema de mujeres, que las consume como el carbón para alimentar la máquina de vapor del deseo de los varones
Ha sido constante, desde que vienen denunciándose estas agresiones, el interés por conocer la identidad y características personales de sus culpables. Quiénes y cómo son los agresores parecen ser dos temas relevantes a la hora de afrontar la problemática de las agresiones motivadas por la homofobia -y bifobia y transfobia-.
Los consejos deberían ser para esas personas que no son capaces de permitir la existencia de diversidad a su alrededor, porque son ellas quienes dan comienzo a la agresión.
Las tradiciones no son sino construcciones progresivas cuya forma en un momento puntual responde a determinados factores del entorno, y es una falacia pretender hacer eterno un festejo más popular que litúrgico que cuenta con poco más de cien años de historia.
Para quienes crecimos sin políticas públicas que protegieran nuestros derechos, esa resiliencia fue nuestra única forma de permanecer vivos. Tuvimos que hacernos fuertes frente a la intolerancia, porque nadie iba a preocuparse por nuestra supervivencia. Pero nuestro mundo ha cambiado mucho desde entonces.
Esta semana son varios los temas que ocupan "la centralidad del tablero" en todas las mesas de negociación política. El gran dilema es si será posible investir un Presidente del Gobierno o será preciso repetir las elecciones. A mí no me cabe duda; la composición del Parlamento permite la gobernabilidad, pero es necesario superar un gran problema: todos los interlocutores son varones.
Hemos de felicitarnos porque serán defendidas tanto una Ley LGTB como una Ley Trans, un Pacto por la Educación y un Pacto de Estado contra el VIH-SIDA, ya que la suma de PSOE, Podemos, Ciudadanos e IU forman un total de 201 escaños contra los que el Partido Popular no cuenta con capacidad de veto.
Aunque los logros del Matrimonio Igualitario y de la Ley de Identidad de Género fueron alcanzados gracias al activismo de la sociedad civil y al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, la gran batalla política y cultural por la Igualdad Real no está ni mucho menos ganada.
Esta semana FELGTB publica una comparativa entre los programas electorales y sus reivindicaciones en materia LGTB.
Quizá sea el momento de empezar a emplear el lenguaje que tan buenos resultados ha ofrecido en el Orgullo para hacer conscientes a lesbianas, gais, bisexuales y transexuales de otras reivindicaciones.
Pienso diferente sobre mí mismo después de mirarme con esas gafas que me dio el Feminismo. Porque gracias a su teoría crítica me es posible analizar adecuadamente nuestra situación como lesbianas, gais, bisexuales y transexuales.
Aprendamos a mirarnos desde el otro lado del espejo para comprendernos mejor y saber cómo hacer llegar nuestro mensaje a quienes, de seguro, más lo necesitan. Evitemos un activismo con vocación de minoría cuando las voces conservadoras empiezan a hablar a nuestra propia mayoría.
Aunque el pasado lunes vimos en las calles unos cuantos cientos de españoles en torno a una bandera roja y gualda, todos los años nos encontramos con un millón de personas que llenas de Orgullo airean una bandera arcoíris. Me gusta pensar que España es ya más LGTB que española.
Fue justo al pie de unos andamios cuando nos cruzamos. Creo que yo apenas respiraba, concentrado en mirar al vacío y simulando ser quien no soy, cuando uno de ellos, casi a mi lado, con la voz ajada por el alcohol y la violencia, gritó: "escóndete en el andamio".
No deja de resultar curioso que dos personas puedan decir lo mismo, en el mismo sitio, y que nos parezcan tan diferentes. Al primero, Mugabe, nos es posible asociarlo con el estereotipo del homófobo clásico, pues no nos supone sorpresa alguna que un mandatario africano se manifieste contrario a nuestros derechos; pero se hace complicado atribuir esas palabras al Papa, presuntamente tan progresista, cuando otras muchas de sus declaraciones nos las ofrecen como altamente innovadoras.
Hay que tener mucho cuidado con los cuentos, porque las leyes que nos ofrece Cristina Cifuentes son como la manzana de Blancanieves: nos harán dormir si mordemos de ellas. Y hay que animar a los colectivos y a los partidos que se comprometen con el cambio social y luchan para sacar adelante leyes llenas de derechos reconocidos.
¿Hasta qué punto puede culparse a las personas, en tanto que individuos, de los problemas que hemos de padecer todos y todas?
En una rapidísima búsqueda pueden encontrarse tuits ingeniosos como el de @imbecilismo: "lejos de entrar en polémicas, a la boda de Maroto sólo le faltan un par de imputados y que Rajoy coja el ramo".
Que España acoja a cuantos refugiados y refugiadas sea necesario, y que no se olvide ni en éstos ni en otros muchos casos de que hay cientos de miles de personas en el mundo pidiendo asilo para mejorar su situación.
¿Dónde estaban los psicólogos y los trabajadores sociales que podrían acoger más adecuadamente a las personas que han sufrido una agresión?
¿Qué hacemos con los rumores sobre tantas y tantas personas que se nos van sin habernos querido contar un aspecto tan importante de su identidad como es su orientación sexual?
Que sirva la teoría para ilustrar la práctica, no para dificultarla, y así conseguiremos saber si somos quienes sentimos que somos o quienes nos perciben que somos, si preferimos a Sancho, a don Quijote, o queremos defender la convención del baciyelmo.
Lo curioso es que son los mismos planteamientos que educan tiranos, en lo relativo a la dominación masculina, eternizan el discurso de la discriminación hacia quienes no somos heterosexuales por no ajustarnos a esos mismos patrones de género.
¿Estamos seguros de que es posible que el Partido Popular cambie y se comprometa con la defensa de nuestros derechos? Si pueden cambiar o no dependerá de cuán integradas estén su homofobia, su bifobia y su transfobia en la que nos presentan como su ideología.
Hay muchas formas de no ser heterosexual y lo importante es que nos sea posible defender y reivindicar todas las posibilidades y hacer llegar nuestro discurso para que la gente sea más feliz viviendo como quiere vivir, libremente.
Algunas voces extravagantes que reclaman un “Orgullo Hétero”, pues se sienten discriminadas por todas las personas no heterosexuales que visibilizanos sin vergüenza nuestras cualidades sexuales heterodoxas con Orgullo.
En aquel momento yo aún no tenía del todo claro quién era y, aunque ya empezaba a dar voces en defensa de los derechos de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, aún se me hacía difícil reconocerme dentro de la etiqueta. Ya saben ustedes que la sombra del armario es alargada.
Acostumbrados como estamos a celebrar el Orgullo en Madrid, tumultuoso, festivo y, aunque siempre reivindicativo, cada vez más institucionalizado y, por tanto, menos transgresor; se nos puede llegar a olvidar que manifestarnos en defensa de nuestros derechos como lesbianas, gais, bisexuales y transexuales supone siempre un increíble acto de valentía.
A través de muchos chistes, todos hemos entendido que "maricón" era algo desdeñable, malo y sobre lo que era necesario reírse mucho antes de saber realmente qué significaba ser maricón.
¿Cómo empezar a escribir sobre ti, Pedro, amigo, cuando hace apenas tres días tu marcha nos ha dejado sin palabras? ¿Qué historias contar sobre ti a quienes nos quieran escuchar, qué cosas contarte de cuantas no has podido ver ya?
La única protección posible contra la discriminación es la educación. Por eso todas las leyes para defender la igualdad de personas lesbianas, gais, bisexuales y transexuales es el componente educativo el de mayor relevancia, porque es el que más adecuadamente ayuda a prevenir futuros casos de homofobia.
La gran diferenciación se encuentra, una vez más, en cómo comprende la sexualidad la Iglesia Católica.
El voto rosa que supuestamente funcionó en 2008 se cruza con muchos más planteamientos que aluden a cuestiones como educación, sanidad, economía, vivienda...
El poliamor ha llegado a los medios y el queridísimo sistema social no está preparado aún. El ideal de amor que conoce Occidente, bajo el modelo de amor cortés medieval actualizado en el Romanticismo y a lo largo del siglo XX, no tolera la participación en el vínculo afectivo de más de dos personas de manera exclusiva.
El siguiente paso es luchar contra las agresiones, en todos sus aspectos y entendiendo que tienen su origen en una cultura de la homofobia –y bifobia y transfobia– que nos ataca porque no es capaz de incorporar nuestra existencia a su realidad.
Ya no pueden decir públicamente que quieren quemarnos en hogueras ni recluirnos en campos de extermino: ahora su principal alegato es que "respetemos" su sexualidad, "respeto" que se consigue cuando las personas lesbianas, gais, bisexuales y transexuales desaparecemos de la vista de la población "mayoritaria" y "bienpensante" heterosexual.
Lesbianas, gais, bisexuales y transexuales sabemos demasiado bien que a pesar del esfuerzo de muchos activistas el padecimiento de la violencia sigue formando parte de la enseñanza.
¿Cómo es más adecuado afrontar el trabajo en defensa de los derechos de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales?
¿A quién no le ha dicho alguien en cualquier red social, al denunciar la sarta de sandeces que profiere algún jerarca católico, que se dedique a criticar las barbaridades que sabemos se realizan en nombre de Mahoma?
Frente a los constantes intentos de censura, hemos de fomentar el espíritu crítico y confiar en el público lector, que sabrá elegir adecuadamente si está bien informado. No se consigue nada prohibiendo libros: el progreso se alcanza cuando cualquier lector es capaz de juzgar adecuadamente si un libro merece o no ser leído.
Ahora que se acercan las elecciones autonómicas y municipales, es preciso que tengamos especial cuidado las lesbianas, gais, bisexuales y transexuales con los mensajes políticos que no incluyan nuestra realidad.
Con la aparición de los supuestos restos del autor del Quijote no sólo queda claro que la política cultural de Madrid está en los huesos, gracias a la incapacidad de Ana Botella. También hemos comprobado, una vez más, que determinados datos de la vida de un autor sólo son relevantes en caso de que no atenten contra los cánones establecidos.
Esta semana, la que ya es candidata al Ayuntamiento de Madrid –no sin un interesante tira y afloja con Rajoy disputándose el título de "lideresa"– ha pasado por el plató de Ana Rosa Quintana y nos ha regalado una nueva frase para el recuerdo: “el colectivo homosexual es el que más aprecio me tiene”.
Yo que aprendí a pensarme con Gayle Rubin, con Monique Wittig, con Adrienne Rich, con Judith Butler, me encuentro últimamente con un curioso dilema: si bien soy un hombre cisexual que enfoca su deseo hacia los hombres, cada vez me siento menos cómodo empleando para mí mismo la etiqueta gay.
Desde el 19 de febrero Alesandra Chanel, española de 36 años, y Sofía Janeiro, portuguesa de 18, están detenidas en Dubai. Son dos mujeres transexuales y en esa región del mundo donde todo lo puede el dinero, cuesta exactamente 2.000 dírhams (unos 486€) que “un hombre se disfrace de mujer”.
Cualquiera diría que hay quienes no tienen en demasiada estima su propio trabajo activista, que les da relativa pereza salir de las redes sociales, el WhatsApp y los blogs mientras se regodean adocenados en sus cátedras de teoría estéril...
Para hablar de amor es difícil encontrar palabras. Más aún para este amor nuestro, este amor distinto, de nombre tantas veces prohibido.
Una de las preguntas más frecuentes que formula una persona lesbiana, gay, bisexual o transexual que se considera, en mayor o menor medida, ideológicamente de izquierdas cuando se enfrenta con un igual cuyas ideas políticas pueden enmarcarse en lo que consideramos habitualmente derecha es el clásico "¿cómo puedes ser lesbiana, gay, bisexual o transexual y ser votante de partidos conservadores?".
Aunque después del matrimonio igualitario somos muchos quienes hemos venido señalando una evolución en las manifestaciones de la homofobia, la presencia de la discriminación es constante aún, en sus formas más clásicas, y es preciso saber reconocerla para poder combatirla.
Difícil equilibrio entre libertad y ética que debemos solventar para un análisis más acertado sobre la cuestión de regular, prohibir o seguir ignorando el hecho de los vientres de alquiler.
Cuál sería mi sorpresa al descubrir que en la Casa del Libro de Gran Vía, en su escuálido estante dedicado a la homosexualidad –sin bisexualidad ni transexualidad– esperaban a ser comprados ensayos de importancia sobre las vivencias de las personas que no somos heterosexuales... junto a panfletos pseudocientíficos que cuestionan el derecho de las personas lesbianas, gais, bisexuales y transexuales a la Igualdad.
El viaje no ha hecho más que empezar, pero para terminar este 2014 quiero compartir contigo algunas reflexiones sobre esa tierra donde por fin lesbianas, gais, bisexuales y transexuales podríamos encontrar un espacio que reconozcamos como propio.
Dos formas de salir del armario, una a la fuerza, el consabido outing, que veremos si cuesta votos al Frente Nacional; y otra por voluntad propia, que nos hacen plantearnos de nuevo la eterna pregunta: ¿la orientación sexual es una cuestión privada o pública?
Con toda seguridad, recordaremos este 2014 como el año en que el activismo por los derechos de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales afianzó la lucha contra las agresiones e injurias a todas las personas que se aparten o parezca que se apartan de la norma heterosexual. Por primera vez las agresiones empiezan a visibilizarse, y prueba de ello son los diferentes sucesos de que hemos tenido noticia.
Es bueno recordar y vivir lo que significa bailar junto a alguien del mismo sexo, romper roles y poder afirmar que, "danzando es la única manera que tengo de amarte". Y, si no la única, sí la mejor.
Mientras ayer mismo Finlandia aprobaba por fin el matrimonio igualitario, Andorra se dispone a aprobar una regulación para parejas del mismo sexo que convierte a este pequeño país cercado por la igualitaria España y la –algo menos– igualitaria Francia en un paraíso de la discriminación.
Las agresiones a lesbianas, gais, bisexuales y transexuales son una constante. Las personas que no somos heterosexuales convivimos con el miedo a ser insultados y maltratados en cualquier momento y sabemos que estos atentados muy rara vez son denunciados.
Durante estos días la Comunidad Valenciana va a ser tomada por varios congresos y jornadas de activistas y pensadores comprometidos con la Igualdad de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales.
Muy cerca de la Casita del Príncipe, en el municipio madrileño de El Escorial, se levanta olvidada la Cruz del Nefando. En torno a esta cruz de término, que seguramente en su momento marcara el límite del pueblo, corre una leyenda, casi olvidada, que creo necesario rescatar.
Vamos a analizar Nicolás tiene dos papás y otro cuento cualquiera, La Cenicienta, y veamos cómo se ajusta el totalitarismo a las visiones de la realidad que aporta ambos ejemplos de narrativa infantil.
Este 24 de octubre se han cumplido nueve años desde la muerte de Rosa Parks, la mujer negra que se convirtió en un símbolo de la defensa por los Derechos Humanos cuando, en 1955, se negó a abandonar su asiento para ocupar la parte posterior del autobús, como debían hacer por entonces todas las personas negras.
En la RAE ya saben que nos llamamos lesbianas, gais, bisexuales y transexuales. Ya saben que nos llamamos Rumpelstiltskin. O comenzamos rápido a ejercer la magia que sólo nosotras conocemos o sus diccionarios pueden convertirse en el sepulcro de nuestro poder.
Vamos a ver, en las siguientes líneas, qué estrategias para blanquear su imagen, o al menos intentarlo, emplea el PP, y quizá descubramos quién o quiénes son los encargados de limpiarle al PP las vergüenzas, quiénes son sus ilustres fregonas.
Desde la emisión del documental El sexo sentido, que abordaba los distintos problemas a los que se enfrentan los menores trans en España, la cuestión de la transexualidad en la infancia y la juventud se ha convertido en una cuestión de actualidad.
¿Las parejas del mismo sexo están más oprimidas que los niños en Rusia; o los menores que esperan ser adoptados van antes, en la balanza de los Derechos Humanos, que algunas parejas que pueden quedar excluídas del procedimiento de adopción internacional?
¿Qué sucedería si verdaderamente las personas no heterosexuales conformáramos un lobby antiheterosexuales y dispusiéramos de una agenda oculta para dominar el mundo?. Vamos a jugar a la "heterofobia", aunque sólo sea como una forma de entretenimiento. ¿Te atreves?
El "hembrismo" no existe. No hay ningún movimiento que reivindique la inferioridad de los hombres. Lo que hay es una reacción patriarcal que ataca por resultarle excesivo el discurso del feminismo. Lo peor es que algunas mujeres han caído en la trampa...
En el tiempo de la posguerra fue habitual un consejo: "no te signifiques". Si no decías nada implicara tu disidencia del orden establecido, estabas a salvo. Hoy el consejo es el mismo: podemos ser lesbianas, gais, bisexuales o transexuales, pero no podemos "significarnos".
Las personas que no somos heterosexuales hemos aprendido a querer a través de los mitos del amor heterosexual, y esa contradicción es la culpable, a mi juicio, de que sea tan frecuente encontrarse con el desengaño amoroso.
Aunque yo tengo claro que no serviré a las ideologías cuyos jerarcas pretenden prohibir la extensión de los derechos humanos a mí y mis semejantes, no deja de interesarme cómo es posible que sigan existiendo personas que quieran participar de ellas.
Es conocida la diferencia entre marica, término despectivo reapropiado, homosexual, vocablo descriptivo de un origen científico, y gay, concepto para denominar al hombre -y mujer, en inglés- atraído por personas de su mismo sexo con conciencia política de ello.
Aquí, en nuestra España, también tenemos algún que otro ministro que se ha erigido como defensor de los supuestos fundamentos religiosos de nuestra cultura.
La revolución social que acompaña la legalización del matrimonio igualitario no sólo cambia la forma que tienen de vernos las personas heterosexuales: también nos cambia a nosotros mismos.
Desde hace un tiempo no dejo de plantearme para qué sirve exactamente la homofobia. No me refiero a sus causas, sino la función social que puede tener la discriminación hacia las personas que no se corresponden con la norma heterosexual.
Quiero escribir sobre homosexualidad masculina, sobre gaicidad, justo ahora, porque empiezo a temer que, sin darnos cuenta, estemos encaminándonos a la feminización de la homofobia, la bifobia y la transfobia, igual que se feminizó la pobreza y otras tantas formas de exclusión social.
Decía la ilustre gobernadora civil de la Región que nuestra manifestación quizá no quepa dentro del derecho de reunión, en el marco de unas declaraciones en que se entregaba a la curiosa discusión de si somos galgos o podencos.
En apenas diez años, España se ha transformado de un país de chiste homófobo en un Estado igualitario con matrimonio para todos y todas, de un teatro de travestis en un parlamento con personas transexuales, de un páramo en blanco y negro a una selva ilustre de cientos de colores que empieza a hablar con fuerza de la bisexualidad, a luchar contra el monosexismo.
"Es como si hay una manifestación en contra de los gays en su hábitat" ha sido esta semana la comparación que Ana Rosa Quintana ha tenido a bien realizar para ejemplificar el caso de Rita Maestre, que como sabemos irrumpió con un grupo de personas en una capilla de la Universidad Complutense para denunciar lo inadecuado de su presencia en el campus y el machismo de la Iglesia Católica.